UNA OPINIÓN MÁS
Desde el momento que se reconoció como aporte a la humanidad el experimento de Daniel A. Carrión, en el mismo día de su muerte señalandolo a él como un mártir ejerciendo la caridad, hasta nuestros tiempos, se han ensayado numerosas interpretaciones de su legado.
Se le ha considerado como un gran investigador de la enfermedad que lleva su nombre, como ejemplo de auténtica vocación médica hasta convertirlo en una religión, practicando un celo profesional extremo, minucioso, pero con altruismo; ejemplo de servicio a la población, ejemplo de firmeza y entereza al enfrentarse a un enemigo invisible; como un gran patriota, cívico, solidario; y persona de energía vital, inteligencia y capacidad creadora.
A la luz de los conocimientos actuales, tanto sobre esta enfermedad (que son escasos comparados con el conocimientos de otras enfermedades como la malaria, VIH, TBC, etc), como de otras enfermedades que afectan a la población peruana, y de la situación de salud en nuestro país, podemos reinterpretar su histórico mensaje a las generaciones médicas que por más de un siglo venimos recordando sus momentos de grandeza humana: “aun no he muerto, amigo mío, ahora les toca a ustedes, terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he trazado”
¿Cuál es la obra de Carrión, en su contexto histórico y científico?. Podemos reducirlo en dos ideas íntimamente relacionadas: Conocer una enfermedad que afectaba a muchas personas, familias y comunidades, y direccionar soluciones para un problema de salud pública que afectaba al país.
Es decir, la experiencia de Carrión no sólo se expresa en la curiosidad científica, sino que ese interés está orientado a una enfermedad que para entonces generaba angustia y dolor a muchas familias en diversos lugares del país.
Carrión practicó ciencia, pero para enfrentar un problema de salud nacional.
Hoy en día podemos preguntarnos: ¿Cuántos y cuáles problemas de salud existen, causando angustia y dolor a familias enteras en nuestro país? ¿Cuánto conocemos de cada uno de ellos? ¿Qué, cómo y cuánto se está haciendo por solucionar favorablemente estos problemas de salud?
Las respuestas podemos buscarlos y encontrarlos en diversos niveles o instancias: A nivel de Estado, como instituciones de la sociedad, como personas o grupo de personas.
Como ejemplo pondremos a la propia Enfermedad de Carrión o bartonelosis humana. ¿Cuánto realmente conocemos en sus aspectos biológicos, clínicos, terapéuticos, epidemiológicos, entomológicos, prevención y control? ¿Se ha logrado soluciones sostenidas, para no decir definitivas, para controlar o prevenir esta enfermedad?
En fin, las mismas preguntas podríamos hacernos para cada una de las enfermedades o problemas de salud que afectan a nuestro país.
Conocer más y mejor a las principales enfermedades de nuestro país, eso es parte del legado de Carrión. Buscar y poner en práctica soluciones a esos problemas es otra parte. Con su experimento, Carrión logró la correspondencia exacta entre la salud individual y colectiva.
Y el camino trazado por Carrión es el ejercicio profesional con rostro humano en el nivel o instancia en que nos encontremos. Siempre hay algo que hacer por aliviar el dolor del cuerpo y alma de nuestros pacientes, y por mejorar la salud del país. En esta perspectiva, cada día tenemos la oportunidad de asumir el legado de Daniel A. Carrión.
Una reseña interesante los tiempos vienen con cambios y falta altruismo en las iniciativas científicas tenemos muchas enfermedades en el país y que cambios en la conducta de la población y de los políticos podrían disminuir considerablemente
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